La noche es la mitad de la vida, y la mitad mejor. Goethe



miércoles, 28 de octubre de 2009

DIAVERSARIOS…

Se cumple en estos días el séptimo aniversario de la inauguración de mi observatorio, el Observatorio Astronómico Camino de Palomares (OACP). Y no es que el “siete” tenga para mí un significado especial (en realidad tampoco lo tiene ningún otro número ordinal). Los años han ido pasando y cada uno de ellos tiene su propia memoria, sus satisfacciones y su carácter irrepetible. Todos son distintos y todos son especiales e igual de relevantes. Cada observación realizada es única y en ese instante la más importante. Por eso pienso que no existen aniversarios más representativos que otros y que esta máxima es aplicable a cada una de las facetas de nuestra vida. Lo verdaderamente notable es acumular experiencias. Experiencias enriquecedoras que nos harán crecer de manera progresiva y constante. Lo demás son tópicos y convencionalismos arbitrarios. Si hay que celebrar, celebremos, pero prefiero hacerlo al término de cada jornada, cuando cierro el observatorio para irme a dormir. Así pues, si se me concede la licencia para acuñar un nuevo vocablo, queda claro que soy partidario de los “diaversarios”.

Al margen de estas notas de índole personal me gustaría dar algunos retazos retrospectivos sobre la construcción del OACP. Recuerdo que sentí una agradable sensación de euforia cuando se dio por concluido el proyecto de tener un sitio fijo de observación. Era un sueño largamente perseguido que al fin ocupaba un lugar en el espacio: era real. La construcción se alargó durante justo un año. Las obras de albañilería (cimentación y pared circular) comenzaron el 16 de septiembre de 2001. Progresivamente, a lo largo de ese invierno y la primavera siguiente quedó terminada la obra civil (como yo la llamaba): revocado de paredes, suelo interior, base de la columna, instalación eléctrica, puerta, etc. La cúpula tuvo que esperar hasta las vacaciones de agosto y parte de septiembre y se montó en el tiempo record de 20 días (mejor dicho, tardes), siempre contando con la ayuda de mi amigo Carlitos, uno de los principales culpables de que me embarcara en la aventura. La cúpula, de 2,70 metros de diámetro se construyó íntegramente en madera según los planos que amablemente me enviaron (en 1998) desde la Agrupación Astronómica Sexitana Perseo (Almuñecar, Granada). En realidad, la documentación era un artículo firmado por Justi Poch i Creixell y publicado en el nº 73 de ASTRUM, marzo de 1987. Se modificaron algunas partes del concepto original siempre en aras de mejorar la funcionalidad. El 15 de septiembre de 2002 se colocó finalmente sobre el muro circular con la ayuda de amigos y familiares. Recuerdo muy gratamente aquella mañana de domingo y en concreto el momento en el que la cúpula dio su primera vuelta completa sin incidencias. Todavía resuenan en mis oídos los aplausos espontáneos de los presentes. Fue algo muy especial. En primera instancia instalé mi entrañable 114 mm y las primeras observaciones se realizaron a mediados de octubre de 2002: el OACP ya era totalmente operativo. En junio de 2003 llegó el nuevo telescopio que sigue siendo mi equipo actual (el Newton 200) y que tantas satisfacciones me está aportando.

A partir de entonces dejé de ser un “astrónomo a cielo abierto”. Acostumbrado como estaba a tener todo el cielo al alcance de la vista, la estrecha franja observable desde el interior hemisférico me suponía una limitación. Recuerdo que al principio tuve una sensación rara, casi claustrofóbica. Sin embargo, en poco tiempo asumí la filosofía inherente a un observatorio: la ventana de observación muestra la zona de interés; el resto del cielo, esa noche, no importa. Cuando uno acepta esta conditio sine qua non las viejas costumbres dejan de tener peso y se abraza sin dilación la nueva forma –lógica- de trabajar. Tampoco hay que dejar de lado la comodidad. Cuando se saborea cuesta volver atrás. El equipo, salvo eventuales contratiempos, siempre está en guardia, siempre a punto. Bastan cinco o diez minutos para que la observación se ponga en marcha y se da un aprovechamiento óptimo del tiempo disponible. Eso sí, cuando doy por terminada una sesión, ya en el exterior, me deleito, por puro placer, contemplando a ojo desnudo cada palmo del firmamento, mientras se consume quedamente el tabaco de mi pipa.

El rendimiento de la cúpula en estos años ha sido excelente, si bien las dos compuertas (deslizante y abatible) de la ventana de observación se han deteriorado de manera considerable; tanto, que durante el pasado invierno resultaba toda una odisea abrir la corredera, siendo continuos los atasques por la deformación estructural. Durante la primavera de este año me hice el firme propósito de solucionar el problema y construir dos nuevas puertas mejorando el diseño en lo posible. Aprovechando pues que se avecinaban reformas en el observatorio, decidí acondicionar también el interior y en el mes de julio le di una mano de pintura, tanto a las paredes interiores y el suelo, como a la propia superficie interna de la cúpula. Había que sanear. En agosto, siempre con mi incondicional Carlos, me embarqué en la construcción de las puertas. La estructura se hizo de madera contrachapada de 19 mm de espesor con una imprimación especial antihumedad. El contrachapado tiene la ventaja de que prácticamente no se deforma. Para las cubiertas –y esta es la principal innovación y mejora- utilicé dos planchas de PVC de color blanco de 5 mm de espesor que asegurarán una larga durabilidad. Es sabido que este material soporta de manera eficaz los cambios bruscos de temperatura y es inalterable ante la humedad. Además, se añade la ventaja de no tener que pintar nunca más. La puerta antigua se deslizaba por sus carriles de desplazamiento por fricción mediante unos simples tacos de teflón. En esta ocasión he montado cuatro ruedas pequeñas para que el movimiento sea más suave. El aspecto es flamante y el funcionamiento perfecto. Algunas zonas de los arcos principales que mostraban evidentes trazas de ser haber sido atacadas por la humedad se retocaron con fibra de vidrio y poliéster. Finalmente, las labores terminaron con dos generosas manos de pintura a todo el exterior de la cúpula. Os muestro unas imágenes de todo el proceso.


Estructura de contrachapado compuerta corredera.



Montaje de las nuevas cubiertas de PVC.



Últimos remates: junta vierteaguas.



Mi amigo Carlos en primer plano. Gracias chavalín.



Pruebas de apertura y cierre.



Pintura exterior.



El resultado de un trabajo bien hecho.

Y bien, sinceramente, mi intención era hacer una entrada corta pero me he liado la manta a la cabeza y… En cualquier caso, si pasáis por aquí, sed benevolentes y entended que en este diaversario os conté la historia de mi observatorio y algunas de mis sensaciones. Hasta aquí.

domingo, 25 de octubre de 2009

ASÓMATE AL UNIVERSO... DESDE VALLADOLID

Esta tarde he recorrido algunas de las paradas de autobús de la zona donde vivo. La razón: ir a la caza de algunas instantáneas de excelentes fotografías astronómicas de la NASA y la ESA. Me explico.
Desde hace unos días los vallisoletanos podemos admirar hermosas (y grandes) estampas del Universo repartidas por toda la ciudad, las cuales han sido colocadas en los expositores de 170 marquesinas de las paradas de autobús. Esta innovadora iniciativa, como una más de las actividades del AIA2009, parte del Museo de la Ciencia de Valladolid en colaboración con la Obra Social de Caja España y Cemusa una empresa líder en el sector de publicidad exterior. La exposición lleva el nombre de "Asómate al Universo desde Valladolid" y como complemento, cada fotografía va acompañada de una breve explicación y una cita poética alusiva. Tengo que decir, que en el pie de cada póster también figura impreso el link de la Web mi asociación, como entidad divulgadora de la Astronomía en la ciudad.
Mi impresión personal es que es una idea redonda que a buen seguro está haciendo las delicias de todos mis paisanos. Y es que el estrés de la vida diaria se verá reducido en estos días, cuando la gente, imbuida en la vorágine del día a día, pueda mirar (y más importante, admirar) el Cosmos mientras llega el autobús que da continuidad a sus actividades. Enhorabuena a los promotores. Os muestro unas imágenes. Hasta aquí.




        


Fachada de Caja España en la Plaza de Fuente Dorada de Valladolid.
Crédito imagen: Museo de la Ciencia.

sábado, 3 de octubre de 2009

ALGO SE MUEVE ...

Esta tarde, como cada principio de mes desde el año 1991, he visitado a Mariano, mi kiosquero de toda la vida, para comprar la revista AstronomíA. Mi acercamiento al kiosco ya se ha convertido en algo ritual en estos años. Es una cita ineludible por mi adicción a las páginas de la revista, y deseada por los jugosos intercambios de impresiones con Mariano, el cual, siempre me sorprende con preguntas e inquietudes sobre temas astronómicos. Él, me plantea las cuestiones a su manera, a veces un tanto peculiar, pero siempre cargadas de contundencia y fundamento. Una delicia. Y, es que, Mariano y yo estamos envejeciendo juntos. Una gran persona, sin duda y un gran amigo. Por cierto, ya le he encargado que me reserve la revista para los próximos 100 años. Luego ya veremos.


Bien, pues camino de mi casa, como hago siempre, he ido hojeando el ejemplar de este mes (nº 124), y me he llevado una muy agradable sorpresa. “Algo se mueve en las estrellas dobles”. Con estas palabras comienza un artículo redactado por mi amigo y compañero Juan Luis González Carballo. El escrito aparece en la sección fija sobre estrellas dobles que tan bien dirige Rafael Benavides desde hace varios años. “Algo se mueve en las estrellas dobles” es un verdadero deleite en estilo y contenido. Los que ya somos incondicionales a las dobles encontraremos en sus palabras el fiel reflejo de nuestra situación. Los simpatizantes y futuros bautizados en esta disciplina hallareis el empujón final. Por supuesto, no voy a desvelar nada más. Os aliento a su lectura pausada y tremendamente enriquecedora: en mil palabras, mil razones, para observar estrellas dobles.

Juan Luis, enhorabuena por tan excelente colaboración en AstronomíA. Ha sido un placer leerte. Hasta aquí.